EDICIÓN JUNIO 2021

 



- “Meditación” obra de Griselda Roces.

-Instagram: gris_roces

http://griseldarocesdibujos.blogspot.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*

 

 

Abrimos la puerta al corazón sesgado

y le dimos las sábanas y el vino.

Cómo dejamos

que recortaran la luz y nos cubrieran

la espalda con hielo.

Las vértebras se han doblado buscando el sol.

Cómo ocurrió que perdimos

la llave del sueño.

Quien no es amado gira en falso en el lugar del amor.

Cómo se empieza a creer

en el que finge la piedad del suave.

Cómo fue que caímos.

¿Tan luminosos eran sus caballos?

 

 

*De Valeria Parisovaleriapariso@outlook.com

 

 

 

-Valeria (Muñiz, Provincia de Buenos Aires, 1970)

-Coordina MOJITO, taller y clínica virtual/presencial de poesía y el "Ciclo de poesía en Bella Vista".

-Publicó los libros de poesía: "Cero sobre el nivel del mar" Ediciones AqL (2012), "Paula levanta la persiana", Ediciones AqL (2013); "Donde termina esta casa", Ediciones de la Eterna (2015), "Del otro lado de la noche" (2015) Editorial El Mono Armado, "Triza" (2017) Editorial Detodoslosmares, "La trilogía: Uva negra/ Mascarón de proa/ El castillo de Rouen", Vela al viento Ediciones patagónicas (2018), Segunda edición AqL (2020), Zarmina, Ed. Mascarón de proa (2020); "Flores para no regar", Editorial AqL (2021).

 

-Primer Premio del Concurso de Letras, categoría poesía, del Fondo Nacional de las Artes, año 2019, con su libro "Zarmina".

Varios de sus poemas fueron traducidos al francés, al portugués y al italiano.

-Administra el blog de difusión de poesía contemporánea https://laficciondelolvido.blogspot.com.ar

-Su blog personal es https://tantotequeria.blogspot.com

 

 

 

 

 


 

 

 

VIAJE POR EL ESPACIO*



No sé si a ustedes les ha pasado lo que a mí, que he salido a buscarme y en medio de la odisea cósmica me he tropezado con otros asteroides. Y me he puesto a conversar con uno de ellos hasta llegar a identificarnos uno con el otro, diciendo cuánto nos amamos, que no podemos vivir sin estar juntos. Pero luego de un tiempo ambos nos convertimos en la personificación del rechazo. Sentimos que nuestro recorrido se bifurca. Que la Vía Láctea resulta ya muy pequeña para el ego de dos asteroides. Por tanto, en algún rincón distante del universo existe ése otro asteroide, que quizás, dubitativo, estará pensando en hacer lo mismo.

 

 

*De Daniel Montoly.

 

 

 

 

 

 

 

 

*

 

 

Antes de despedirnos

suspendamos el tiempo.

Ahora que el deseo nos hace flotar

y no hay gravedad.

Comulguemos con el otoño.

mientras la hierba siga verde en algunos lugares.

Un poco de amor

será suficiente

y una botella de vino tinto para brindar.

Llevemos unas mantas, hará frío.

Mientras hacemos planes

jugaremos a armar palabras

me leerás algún poema

y si lloro- lo haré- abrazame

recordame cuánto me gusta mirar la luna

yo voy a acariciarte el pecho hasta calmarnos

mientras nos vamos separando

cuando llegue la primavera todo habrá pasado

lo prometo

el amor volverá.

 

 

*De Vanesa Álvarez.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

GUARDANDO EL JARDÍN DE LAS HESPÉRIDES*



Mis cabellos matan el sol. Son negros mis cabellos; negros como la boca del traidor, como la nariz de un perro en el bosque, negros son como el centro de tus ojos.

Mis cabellos son negros.

Diría que ensortijados, diría que espléndidos en su derrame móvil sobre mi espalda y mis hombros desnudos. La belleza lisa y bruñida de cada cinta de resumida oscuridad es un fustazo de dicha nunca apropiada, nunca gozada por mortal.

Ah mis cabellos. Ondulo mi cintura blanca, tiendo acuáticos brazos fantasmagóricos. Observo con fascinación mi sombra arbórea y móvil. Y aguardo.

Junto a mis hermanas aguardo, y guardo la puerta del jardín donde los hombres no tienen cobijo.

Yo guardo y aguardo y espero.

Te espero.

Con los ojos del corazón te veo, y no con los del peligro. Detrás de los párpados, detrás de los velos te añora mi frágil corazón de hembra sola.

Te llama mi anhelo. Transparentes vahos de deseo te atraen hasta la puerta que no debes cruzar, que no debo permitir que cruces.

Sé que vendrás.

Sé que por tierra y agua marchas hacia mi destino. Y que más pronto que tarde tu sombra dibujará tu belleza sobre mi tierra yerma. Aquí estarás para cumplir la promesa de la muerte y las espadas. No ruego otra baraja ni otros dados.

Sé que vendrás. Me basta.

Sé que puedo recorrer tu cuerpo duro con mis manos, que puedo atrapar el hombre con mi boca anhelante. Pero sé asimismo que la dicha está contaminada de brevedad, que la fugacidad de la carne tibia se transformará en piedra contra mis senos ansiosos. Te matará mi amor, amor. Mi fatal mirada.

Mi amor te transformará en estatua de piedra. Sólo la dicha de contenerme en tus ojos es mi anhelo, y tal dicha, lo sabemos, sería tu sentencia. Mis cabellos de serpiente se retuercen y anudan en deseo e ira.

Mi amado, debieses comprender que Medusa te ama aunque mi amor confluya con la muerte. No será para nosotros la ternura. Morir o destruir al objeto de mi amor, tal es la torpe suerte que me ha tocado.

Perseo, dejaré que me decapites y te ufanes de tu hazaña.

 

 

*De Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*

 

 

Como otro gesto del amor,

con la ternura de la última entrega,

abandonar

es irse más allá,

donde sólo habita el don de nada.

Abandonar

es abrir la herida,

detenerse a mirar

como sangra,

como duele,

como cura.

Es contemplar con amor en pura ausencia.

 

 

*De Mariana Finochietto. mares.finochietto@gmail.com

 

- Mariana nació en General Belgrano, Provincia de Buenos Aires. Actualmente vive en City Bell. Publicó: Cuadernos de la breve ceguera (La Magdalena 2014). Jardines, en coautoría con Raúl Feroglio (El Mensú, 2015) La hija del pescador (La Magdalena, 2016).  Piedras de colores (Proyecto Hybris 2018) Su último libro publicado es El orden del agua, GPU Ediciones (2019)

 

 



 

 

 

 

LA OBSTINADA GUERRA DEL AMOR*

 

 

1

 

En aquella noche del verano argentino Esteban leyó a Kalman el reportaje a Hawking: "En el futuro habrá súper humanos genéticamente modificados".

Cenaron en casa de Esteban con su mujer Leticia. Kalman estaba por unos días en Buenos Aires para visitar a su última tía paterna. Los hijos de la pareja no estaban. Hablaron mucho sobre las consecuencias de las técnicas de modificación genética.

 

De esa noche Kalman se llevó una foto de la hostilidad que Leticia demostraba hacia Esteban. Parecía algo muy naturalizado por ambos de tal manera que ella no sentía pudor ni inhibición por actuar delante de un antiguo amigo común que los visitaba después de años de vivir en California.

Esteban fingía ignorar el enojo de su mujer, hasta que bien bajito –casi un susurro- para que no lo escuche Leticia dijo: "esta mujer es terrible".

Más tarde hubo un brindis con sidra helada en el jardín. La noche estaba bien abierta al universo visible de pequeñas luces brillantes que titilaban.

Hubo otras quejas de Leticia porque su marido se dedicaba a sus cosas en vez de hacer lo necesario para la casa como por ejemplo cuidar el jardín.

Kalman intento descomprimir con una ironía:

-Te casaste con un filósofo no con un jardinero...

Pero no resultó.

- ¡Pero de que filosofo me hablas... es un vivo!!!! –Respondió con furia

Pasaron años. Esteban está muerto. Leticia es viuda. 

Una vez, quizá por última vez, Kalman volvió a pisar aquel cementerio.

Él, que solo tuvo fotos aisladas separadas en años. Que no vio esa película interna en la que cada pareja es un mundo.

Dijo: habría que grabar en el granito "A una víctima en la obstinada guerra del amor"

 

 

 

2

 

Más de 30 años atrás Esteban era consciente que se casaba con una mujer de terrible temperamento, pero la amaba y justificaba: “Leticia es muy exigente” era lo más lejos que podía llegar en modo “crítico” hacia ella.

Esteban era del interior. En el campo de su abuelo aprendió de los peones a usar “mal arriada” sin cuestionar demasiado su significado. Estaba naturalizado. Como otras tantas cosas había saltado del “arreo” de hacienda a definir a la persona de mal carácter. Hombre o mujer era casi como decir “indomable”.

 A tiempo descubrió que “mal arriada” se usaba para defenestrar a la mujer en un mundo que ya no existe.

El abuelo de Esteban le explicaba a aquel niño que la mujer de carácter fuerte y hasta dominante era también una leal compañera. La prueba de amor consistía en resistir su temperamento sin pelear ni morir en el intento.

Kalman que no hubiera resistido a la mujer de Esteban ni 5 minutos.

Bastante tiempo después de la muerte de su amigo había reconocido finalmente que la mal arriada de Leticia había sido efectivamente una enorme compañera.

“Seguramente ella lo sigue amando”.

 

 

*De Eduardo Francisco Coiro.

https://www.facebook.com/CansadoDeTriunfar

 

 

 

 

 

 

 

 

*

 

la belleza es este otoño prematuro

el viento que esparce partículas de polvo

desarmando cada vestigio marcado

en lo mínimo está la intimidad de las cosas

pegaditos los mundos

se frotan

la luz y la oscuridad conviven instintivamente

algo de eso hay en el comienzo del amor

yo quiero descubrir el origen de cada pasión

conocerlas de cerca, palpando su totalidad

la textura de lo que fueron

dejar de ver pequeñas piezas marcadas

deshaciéndose en el aire

como un vidrio astillado a punto de partirse

fragmentos atrapados,

detenidos en un espacio grisáceo

y esas hojas cayendo

delicadamente

la belleza es respirar un poco más profundo

retener el aliento abriendo los ojos

bien grandes, bien fijos

inmovilizar el momento

lo mínimo y singular

antes que, una vez más, se desintegre.

 

*De Vanesa Álvarez.

 

 

 

 

 

 

 

 

EL DEBER HUMANO*

 

La lucha contra la adversidad era la clave. La lucha contra un destino amenazador, el destino como la tormenta que se desatará, que romperá las amarras y devastará la pobre humanidad o el pobre ser sacudido por los inclementes vientos de los años, de la lejanía, de la tristeza. El destino que se ensaña quitando la vista a Borges (eso será mucho después, pero qué es una década o un siglo para la historia), el destino que se ensañó con Beethoven desprendiendo de su ser esencialmente musical la valiosa y magnífica capacidad de escuchar el goteo de la lluvia, una puerta que se queja, los acordes monolíticos de una sinfonía.

Es el deber del ser humano la lucha contra la adversidad. Frase remanida, que no es espectacular por la formulación ni por la novedad, pero que con el contexto de haber sido expresada por Beethoven tiene una fuerza y un impacto que estremece.

Y luchó Beethoven contra la adversidad, contra el destino que en la quinta sinfonía se expresa para siempre en notas musicales, en una sola frase que se repite y muta pero que se alza como un monumento de piedra en la llanura destemplada. Lloraron los oyentes en su momento, nos emocionamos hoy cuando nos golpea ese bloque de música que forma la orquesta a pleno, y esa queja de un único instrumento solo que implora allá en las alturas, único como la plegaria de un inocente.

Ese pa ra pa páaan reconocible y trágico, tres notas cortas y una larga. La “V” en el código morse, la “V” de la victoria final aún cuando la muerte cierre y clausure. La victoria de haber presentado batalla como sea y contra poderosos ejércitos. Es la victoria de la lucha en sí, sin importar los resultados. La victoria del hombre de pie aunque sea al fin la caída, que no somos inmortales pero la victoria está en la resistencia.

Se había comprado o mandado hacer Beethoven todo lo que el ingenio de la época permitía para amplificar esas ondas elusivas que ya no formaban sonido en su cabeza. Trompetillas, cuernos, hasta una pesadilla de hierro que parecía salida de los sueños enfermizos de los inquisidores; un collar con largas varillas que se introducían en el piano. Vanos intentos. A los treinta años el ejecutante estaba completamente, fatalmente sordo. Y fue después que escribió cada una de sus sinfonías, sordo ya, trabajando con las coloraturas de los instrumentos de memoria, armando acordes poderosos con matemáticas e imaginación. Construyendo catedrales y recintos dibujados a contraluz y con trazos vigorosos. Luchando contra la adversidad, porque lo dijo y lo hizo, era su deber humano luchar contra la adversidad.

Y antes del pa ra pa páaan una aspiración, un silencio. Importante silencio de hache muda delante de la palabra. Impulso que eleva la fuerza y hace que la frase suba. Tomar aire antes del esfuerzo, echar hacia atrás el brazo en tensión para que la flecha llegue hasta ese blanco lejano. Tanto importa la hache, tanto hace un silencio, el vano con la misma contundencia espacial que la pared contundente. La muerte dando sentido a la vida por simple presencia invisible. Esas sutilezas que no se comprenden hasta que nos las explican, pero que sin embargo se pueden presentir en la emoción. 

Nos hablan siempre de un hombre colérico de cabello despeinado. Se reducen finalmente los seres a una caricatura vacía. Debiésemos poner el relato en cosas más importantes, como su pasión que como toda pasión es desmedida y arrasa con árboles y edificaciones. Destruye y crea. Beethoven guiando a una orquesta que no escuchaba, nueve horas guiando la orquesta y cantando y gritando mientras los espectadores comían o charlaban, en esas maratones en las que un compositor presentaba su obra y que se llamaban academias. Lo imagino feliz, lo imagino por fin vivo y no como ese busto inmortal (esas inmortalidades de museo, de cámara funeraria, de olvido), ese busto inmortal y ajeno que no es Beethoven sino un pedazo de yeso o acaso mármol o bronce, materia que jamás fue viviente de vida humana, sueño y carne y espíritu desbordado. 

Es deber humano luchar contra la adversidad, dijo Beethoven, vivo y viviente y tenaz. Quizás la única forma de construir obras justificadas, poderosas y bellas sea esa batalla desesperada contra la propia imposibilidad. Desde aquí se ve el inmenso edificio, y no notamos, ya, la labor del artesano, las huellas arduas de los cinceles sobre la piedra.

Será por eso que la quinta sinfonía fue la obra seleccionada para representar el sonido de lo humano, cuando se envió un mensaje al espacio. Qué temblor en la yema de los dedos, qué magnífico vacío en las entrañas pensar en esa frase musical resonando allá en medio de la negrura y las infinitas estrellas, viajando por el universo anónimo y llevando el mensaje de la humana esperanza de poder dar lucha al firmamento inabarcable.

 

*De Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

Adagio*

 

(tercer movimiento)

 

La música

al igual que los fantasmas

se nutre del misterio y el temor

sin apartar sus manos finas

de la ternura

 

ya lo vi a Beethoven yo

paseando su perro por las noches

vestido con sus huesos

elegante

rodeado intempestivamente

de espectros feroces

y de sombras.

 

*De Hernán Alberto Melfi. impresentable14@yahoo.com.ar

 

 

-Hernán Alberto Melfi: CABA 1970. Escribió los libros Juguetes Malditos (2013) y Los Titeres Punk (2014) ambos por El Encuentro Editorial. En estos momentos se presta a editar su tercer trabajo. Reside en EEUU

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LOS MUROS Y LA MEMORIA*

 

El sueño era en la casa, en ese lugar donde ocurre lo nocturno.

Siempre el escenario de la cocina rectangular, el patio de baldosas rojas, la puerta despintada de hierro con esos vidrios traslúcidos que prefiguran la inmanencia de lo informe. Y la mesa que ya no existe pero que perdura allí donde las cosas perduran, entremezclándose la infancia con las nebulosas impresiones superpuestas. Las sillas pesadas, la banderola que no llega a ser ojo abierto hacia el cielo de afuera sino cárcel. Y por qué lo atroz y no los gorriones sobre los cables. Por qué cada vez lo maligno.

Quizás el lugar no pueda desprenderse del frío constante de las habitaciones, de la pintura gris de las paredes, de los zócalos negros, de las baldosas graníticas fijadas en su dura geometría de aristas. Es que la casa es la casa de los velatorios, de las muertes, la casa de largo pasillo sin aberturas, tan propenso a la pervivencia de los espectros. No puede pensarse un pasillo como ese sin saber que es invitación al fantasma. Es la casa de la Nita que se consumió de a poco, cuando el cáncer era una enfermedad vergonzante, la casa de las locuras y las alucinaciones. La casa de los placares con monstruos y las cajas de cartón llenas de plumas.

Cuando la sacaron a la Nita hubo que parar el cajón para que saliera por el pasillo, dicen. Y la imagen se fijó a los cielorrasos, a los marcos de madera que conservan las muescas de uñas y marcas de dientes. La casa del suicidio, la casa donde hubo aljibe con espectro silbador, un espectro que dejaba oír su agudo silbido cuando había que pasar patios y traspatios para llegar al excusado. Ya entonces, cuando la casa primera, ya entonces la nube y el ocaso, las zarzas sofocando a los malvones.

El sueño era en la casa. Claro. Cada vez que la ansiedad ataca por la madrugada, el sueño es en la casa.

Algo debe de haber. Quizás sea que los aborígenes también dejaron la muerte bajo los cimientos. Hay un antiguo cementerio muy cercano. Quizás la infelicidad de una familia que se deslía en horizontes de gentes que perdieron la razón, quizás la ciudad misma, acechada por el río que reclama su territorio, quién sabe. Pero algo debe de haber para que la casa funcione de escenario para las pesadillas, y aparezca de vez en vez, igual a si misma, nítida y agónica.

Imagen bella la de las yeguas de la noche, las nightmares de los ingleses que llegan cabalgando desenfrenadas por los cielos obscuros. Crines al viento, bellas como lo es toda belleza amenazante y temible. Será de una de estas criaturas fabulosas la herradura que hallaron en el terreno. La casa es lugar de cabalgatas en lo negro, en el abismo de lo profundo. Por las noches se pueden escuchar los belfos exhalando vapores perniciosos, se huele el sudor de las bestias, y los cascos mueven los cuadros en los muros. Allí, las yeguas de la noche cabalgan al través de la casa inmóvil de permanente ocaso tormentoso.

Y esta vez, en este sueño, eran unos monstruos de rostro grotesco y vasto cuerpo. Pesados y brutales. Indestructibles. Sólo sabía, ella, que la única forma de matarlos era decapitándolos.

Puso los cuchillos sobre la mesada de mármol, los cubrió con una servilleta. Esperó con el pecho oprimido la llegada de los espantos, rodeada por la casa muda. La casa hostil. La casa de los sonidos pequeños.

Cuando cruzó el umbral de la cocina la primera figura enorme (los otros estaban allá en el comedor, venían por el pasillo), se acercó de espaldas a los cuchillos y despertó.

Sintió la frustración de que del otro lado la casa y sus monstruos siguen intactos, acechando a otros durmientes y otros sueños. No pudo matarlos, imposible destruir tan fácilmente el abismo de lo innombrable. Supo que volverá a estar en esa cocina, que los espectros no fueron exorcizados, que la casa espera pacientemente la cabalgata y el horror. Paciente, seriamente, la casa la espera. Con sus monstruos.

 

*De Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com

 

 

 

 




 

 

 

*

 

 

No olvides

la terrible belleza del silencio

que precede al rompimiento de una ola:

esas dos o tres palabras calladitas en tu miedo.

Esas dos o tres palabras verdaderas.

 

No olvides

de dónde nace el grito inmóvil

que no rompe, que no cae,

que no diste.

 

*De Valeria Parisovaleriapariso@outlook.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*

 

 

Escribir es una actividad producida a partir de la angustia. Escribir es una actividad producida a través del placer: dos proposiciones, al parecer contradictorias.  ¿qué verdad puede caber en cada una de ellas? La respuesta más mediocre que se puede intentar: “depende de la personalidad del escritor y su posición ante la vida”. Descartable. Si hablamos de la maldición de la literatura, a partir de este título alguien podría inferir que yo pienso en la escritura desde la angustia. Lo que me parece es que angustia y placer nunca fueron términos opuestos y que el placer de escribir puede nacer de la angustia o que la angustia de escribir puede provenir del placer. Lo que yo creo y alabo es la mala fe del escritor porque sabe que toda su obra es mentira, pero no por situarse en la ficción sino por la misma mala fe de las palabras. Como la mala fe de las palabras es algo indudable, alguien que la pone de manifiesto tiene buena fe y dice una verdad. Semejante acumulación de paradojas es un sufrimiento: el bien que alguien podría concebir de la armonía en términos humanos parece descartada. Pero también semejante acumulación de paradojas da el placer de lo risible y de lo absurdo. ¿Y por qué razón lo absurdo produce la risa? ¿Se trata de un espasmo de llanto, una forma de transmutarlo? ¿O tal vez la tragedia es la forma más perfecta del placer de lo fatal, lo misterioso, lo que parece efímero y ni siquiera se sabe si lo es?

¿Hasta dónde el misterio es fuente de placer o es el dolor de lo inentendible? El lenguaje genera como Mal-Decir, ¿sufrimiento o placer? El sufrimiento que acarrea la existencia, ¿no es interesante y fuente de un gozo secreto? ¿El gozo sea secreto o manifiesto no es el eterno generador de la culpa?

 

*De Liliana Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com

 -Fragmento de "La Maldición de la Literatura", Huso, Madrid, 2017.

 

 

 

 

 

 

Inventren

https://inventren.blogspot.com.ar/

 

 

 

 

L *

 

 

Llegué a la estación cuando estaba cayendo el sol. Restos de comida esparcidos por el piso, paquetes de basura, botellas de plástico vacías testimoniaban que antes alguien había estado allí. ¿Fue acaso muy concurrida? ¿Hubo una feria? ¿Autitos de juguete? ¿Una niña corriendo a los brazos de su madre? ¿Castillos en el aire?

Todo eso hubo y más, que no vi, porque llegué cuando el tren había partido. Lo adiviné diluyéndose en el horizonte, mientras el andén se volvía gris, el monte se hacía cargo de los rieles, las vías eran lentamente abrazadas por la maleza. Y dejé que la hierba creciera en mí.

 

 

*De Esther Andradi. esther@andradi.de

 

-De su libro Sobre Vivientes

Simurg Buenos Aires 2001

teamArt Zurich 2004

http://www.andradi.de/es/obra/

 


 

 

-Próxima estación.

 

En el recorrido del tren literario por el Ferrocarril Provincial:

 

 

 

CARLOS BEGUERIE. 

 

 

 

FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.     FRANCISCO A. BERRA.

 

ESTACIÓN GOYENECHE.    GOBERNADOR UDAONDO.  

 

LOMA VERDE.    ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.

 

GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY.

 

GOBERNADOR OBLIGADO.

 

ESTACIÓN DOYHENARD.   ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.  

 

 D. SÁEZ.    J. R. MORENO.     EMPALME ETCHEVERRY.

 

ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.   LISANDRO OLMOS.

 

 INGENIERO VILLANUEVA.  ARANA. 

 

GOBERNADOR GARCIA.

 

LA PLATA.

 

 

 

 

*

 

-Siguiente estación

En el recorrido del tren literario por el Ferrocarril Midland:

 

 

KM. 38.  

 

 

MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.   LIBERTAD.

 

MERLO GÓMEZ.   RAFAEL CASTILLO.    ISIDRO CASANOVA. 

 

JUSTO VILLEGAS.

 

JOSÉ INGENIEROS.   MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.

 

 ALDO BONZI.   KM 12.

 

LA SALADA.  INGENIERO BUDGE.  VILLA FIORITO.

 

 VILLA CARAZA.

 

VILLA DIAMANTE.  PUENTE ALSINA.  INTERCAMBIO MIDLAND.

 

 

InventivaSocial

Plaza virtual de escritura

-Editor responsable: Lic. Eduardo Francisco Coiro.

 

https://twitter.com/INVENTIVASOCIAL

 

 


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