UNA ESTRELLA BAJO LA CUAL CANTAR
*Obra de Noelia Ceballos. @noe_ce_arte
*
Qué tal si tu tetera
fuera
un mar,
tu taza un barco
y este poco de tiempo
que hemos atrapado
un pez
que en nuestras
quietas aguas,
libre y olvidado,
nada.
*De Gerardo
Lewin. gerardo.lewin@gmail.com
Ciudad de Buenos Aires
Descifrarte
a sorbos entre lo invisible*
Tras tantas lunas y tantos soles,
ante el respiro de la bóveda celeste,
debo aceptar que te extraño
en este territorio de papel,
entre los pliegues de los viernes,
cuando los caminos llenos de agua
nos convertían en peces
y me enseñabas el color de tus escamas,
la ausencia de tus orejas, tus ojos sin
párpados,
tu nuevo nombre de pez.
Yo seguía tus pasos entre las
constelaciones:
los distinguía por ser los únicos que
bailaban
con tu piel herborizante secretando tus
lúnulas, te seguía
entre la voz descalza
que mecía los acertijos de las conchas en
espiral.
He vuelto a buscarte en tu mismo lugar, a
encontrar tu ausencia
estrella: tu vientre no pulsa más, este
canto
desprendido de las flores ya no es para mí.
Estrella de axones líticos: pude cubrir
la totalidad de tu vida con mis manos… Si
hubo un momento
para permanecer juntos, ha sido exiliado
al lugar donde anidan los vegetales
eólicos, cazadores del sol
los que dicen parpadeando que también te
extrañan,
que miran con sus tristes ojos cóncavos
el néctar azucarado del polvo.
Pero tu cielo no cambia, tus péndulos no
giran,
los manantiales ungulados han huido
y la realidad natural, aborigen, es lo
único que ocurre.
Desde entonces alimento a la estrella
con pedazos de mi cuerpo aún tibios
y exhalo el pútrido vaho que mi corazón
bicéfalo
expulsa de sus fermentaciones…
No puedo estar en calma: he renunciado a
ella.
*de hugo
ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com
*
Si quisiera escribirte
te pondría quizá que hoy te extraño, que tengo ganas de verte llegar y que te quedes, que me
adeudas gotas de tu perfume y que tengo el agua para el mate, que hoy fue un
día diferente, que falta poco para mi cumpleaños, que hace frio aunque ya es
noviembre y que los perros ladran a lo lejos... tal vez agregue que tus besos
me faltaron hoy por la mañana, que no sabe igual el pollo frito si hay un solo plato en la mesada... que los
ojos me duelen todavía, que los huesos requieren de tus manos, que se rayó el cd con esa melodía que sabes
el efecto que causaba... pero no, no
quiero hacerlo, solo diré que raro que esta el clima. Ya ni la primavera es como antes...
*De Nora
Ledesma.
-Facundo Quiroga (Buenos Aires)
Pirenaica*
Traje mi fuego para arrebatarte;
vine desde el asfalto y el neón
deslumbrante,
desde la confusión, la prisa, el ruido, el
humo...
Traje mis ángeles urbanos a tu luz
pirenaica;
desafié los hielos y las nieblas
con la soberbia propia del profano.
Transité tus senderos milenarios,
bebí el veneno dulce de tus fuentes,
contemplé tu silueta inamovible
y creí de ese modo hacerte mía.
La realidad, sin embargo, fue distinta:
Me transformó el silencio de tus cumbres.
Me conmovió la soledad de tus ibones.
Sentí el rocío de la madrugada
y el leve susurrar de la espesura.
Me acostumbré a escuchar de otra manera
y a convivir con los extraños seres
que pueblan las orillas del torrente.
Así fue sometida mi arrogancia.
Hoy vago entre tus abetos y sabinas,
vencido por tus armas invisibles,
sujeto al resplandor de tus laderas.
*Por Sergio
Borao Llop. sbllop@gmail.com
Zaragoza
EMBARCACIÓN VIKINGA*
Necesito un barco
vikingo
para irme a otras
tierras
lejos de aquí
lejos de esta cercanía
con mi nombre
con mi rostro de mujer
entrada en años
con mi caparazón de
tortuga
de oso hormiguero
de caracol, lejos
en el extremo sitio de
las lejanías
donde se juntan lo muy
oscuro y el sol.
Necesito una bestia
tallada en madera
enarbolada por un
círculo hueco
replegado en sí mismo
hecha a la medida de
todos los océanos,
esos espacios creados
contra la desmemoria
tan abismalmente
anchos
tan lisos
tan inabarcables.
Necesito mi
embarcación
construida con las
transparencias que surcan
las palabras que
alguien inventó para mí
en las sombras.
Vendrán los dioses
a susurrarme con su
inconcebible voz
el camino de los
vientos. No existe itinerario
que me lleve a lo más
lejano
de lo más lejano
a la muy íntima
proximidad del límite
a la extensión filosa
que ahonda la travesía
en las aguas heladas.
Iré desnuda, cubierta
con dos o tres palabras
pocas
escasas
suficientes
para sostenerme
mientras atravieso
las anchas aguas
heladas. Nadie
podrá encontrarme en
aquel sitio
donde lo lejano de tan
lejano
se desarrimó del mundo
y de sus marquesinas
con colores
que causan daño a la
mirada. La lejanía
se alimenta de mi
viaje
en la antigua
embarcación vikinga
en la que voy
sola
desnuda
trepada al sonido de
mínimas palabras
que me distancian
todavía más de esa lejanía
deshecha a cada rato
como figuras
en un caleidoscopio.
El océano con sus
aguas heladas
se explaya en la
orilla del mundo
se despereza
interminablemente
para diluirse entre
los guijarros del lenguaje.
La amplitud que me
rodea
es espejismo puro
es un desprenderse de
las formas
solo hueco más hueco
más hueco creando mi
travesía
bajo los párpados de
un cielo
que calca lo que ve
lo que se muestra
sin tapujos
en su arcaico
esplendor.
Estoy vacía y me
pierdo en lo vacío,
las formas se
olvidaron de su forma
como un niño apartado
de su casa
que no conoce el
camino de regreso,
un niño de ojos
grandes y pantalones cortos.
Las distancias en el
infinito océano
necesitan de mi miedo
así como yo necesito
una embarcación
hecha en madera
para construir un
camino
enseguida borroneado
por el agua en su ir y venir. Avanzo
mientras el camino se
diluye a mis espaldas
lo que no tiene forma
se regocija
en su propia
divagación.
Nadie me ve cuando mi
barco abre un surco
sobre las heladas
aguas
en las que la luz
difumina su color azulado
nadie tampoco podrá
verme después
aunque proliferen ojos
y transparencias.
Mi miedo tiene el don
de lo que carcome por dentro
y es el motor de este
viaje
que no tuvo principio
ni nunca se terminará.
Sigo aferrada a mi
embarcación vikinga
como si fuese un
nombre que me fue dado al nacer
en este territorio con
sus aguas heladas
y su mástil enarbolado
por un círculo hueco.
*De Irma
Verolín. irmaverolin@hotmail.com
Ciudad de Buenos Aires.
La
obstinada guerra del amor*
En aquella lejana noche del verano
argentino Esteban le leyó a Kalman el título del reportaje a Hawking: "En
el futuro habrá súper humanos genéticamente modificados".
Cenaron en la casa de Esteban y Gabriela. Kalman
estaba por unos días en Buenos Aires para visitar a su tía paterna que vivía en
Llavallol. Los hijos de la pareja no estaban. Hablaron mucho sobre las
consecuencias de las técnicas de modificación genética.
De esa noche Kalman se llevó foto de la
hostilidad que demostraba Gabriela hacia Esteban. Parecía que era algo naturalizado
por ambos de tal manera que ella no sentía pudor ni inhibición alguna por
actuar delante de un antiguo amigo común que los visitaba después de años desde
California.
Esteban fingía ignorar el enojo de su
mujer, hasta que -casi un susurro- para que no lo escuche dijo: "esta
mujer es terrible".
Ya madrugada hubo un brindis con sidra
helada en el jardín. La noche estaba bien abierta al universo visible de
pequeñas luces brillantes que titilaban.
Hubo otras quejas de Gabriela porque su
marido se dedicaba a sus cosas en vez de hacer lo necesario para la casa como
por ejemplo cuidar el jardín.
Kalman intento descomprimir con una ironía:
-Te casaste con un
filósofo no con un jardinero...
Pero no resultó.
- ¡De que filosofo me
hablas... es un vivo!!!! –Respondió Gabriela con tono indignado.
Pasaron años. Esteban ha muerto. Gabriela
es viuda.
Kalman llegó con lo justo desde el
aeropuerto al cementerio para ver como ingresaba el ataúd a la fosa.
De un modo doloroso -y seguramente equívoco-
pensó que las placas que se pisaban por doquier deberían tener alguna
dedicatoria.
Él, que solo tuvo fotos aisladas separadas
en años. Que no vio esa película interna en la que cada pareja es un mundo.
Se dijo: habría que grabar en el granito
"A otra víctima en la obstinada guerra del amor"
*De Eduardo
Francisco Coiro.
Témperley.
La cafetera italiana*
Mientras preparo el café
salen del vapor los abuelos
bajando por la escalera del Cittá di Roma
a principios del siglo XX, al puerto de una
ciudad
que imaginan maravillosa.
Los que bajan son dos adolescentes y sus
sueños
Como mamuskas, tienen dentro suyo otros
tantos
Todos contenidos por el gran sueño
El sueño de amor.
Sentados a la mesa de la cocina
María Grazia junto a Romano
me dictan un poema
que desaparece al mismo tiempo
que el vapor de la cafetera.
*De Andrés
Bohoslavsky. vladimirbeat@yahoo.com.ar
Ciudad de Buenos Aires.
Desamantes*
Un cortado… Mientras lo espero me distraigo
observándolos.
Ella, la mirada triste. Él… la retrata en
silencio, guarda esa imagen.
Ella le punza el alma con ojos pausados.
¿Se están despidiendo?
Nadie en el bar percibe el nudo en la
garganta, el temblor de la voz.
Los mozos siguen su marcha de bandejas
apuradas.
¿Se están desamando?
Están solos con su historia. La vida sigue
como si nada.
Llega mi cortado. ¿Azúcar o edulcorante? Le
pago ahora para que no me vuelva a interrumpir.
Los busco, retomo la historia.
La mesa vacía.
Ya se despidieron.
Ya se desamaron.
Otro cortado…
*de Vanesa
Silvina García.
Lomas de Zamora.
ENCUENTROS EN LA TERMINAL*
Un poema dedicado
Lo nuestro, que fue y es del viento
y que algunas veces parece palpitar,
es el recuerdo hondo y bullente que quedó,
con sus horas entrañables, tus llegadas y
partidas,
que nos llaman de tanto en tanto a celebrar
(o a recorrer al paso de los tiempos),
con sus ecos y aires que reviven sus colores.
*De Eduardo
Dalter.
Ciudad de Buenos Aires
TRACTATUS
DE LA BREVEDAD MORBIDA*
CAPUT PRIMUM
La brevóloga mórbida tiene razones
(minúsculas, claro) para estar en desacuerdo con el mundo y sus treces. Si yo
le doy lugar en mi pensamiento es porque además de mórbida, es breve, o sea, su
vanidad dura poco: no viene atestada de grandezas. Ella apenas comunica las
astillas de sus verdades y no considera que su lucubración sea siquiera
superior el dedo meñique de Bachelard y su episteme. Por eso me permito repetir
algunas de sus relampagueantes conclusiones a saber:
"Tan pronto como hablamos de alma le
damos a ésta una entidad glorificada. En cambio, si hablamos de cuerpo a éste
le reconocemos una existencia de escasa reputación y honradez. Pero, ¿acaso no
es ella la infectada, la traicionera, la oscura"
CAPUT SECUNDUM
Queda claro que la brevóloga no es una
reconocida profesora de física y matemática en la Universidad de Gotinga ni en
ninguna otra. Además nunca será leída por Goethe, ni por Tolstoi, ni por
Kierkegaard ni por Cortázar, pero acaso, precisamente por la escasez de
pretensiones, resulta tan llamativa su lucidez de dos palabras elevadas a la
enésima potencia del imposible:
"El inventario, en términos de
recuerdo amoroso, resulta de la búsqueda de la esencia. ¿Por qué, si una va con
su sexo a todos lados, con alguien puede ocurrir todo aquello que con otro no
ocurre? De este acontecer una puede distinguir en todos lados el ser del ente.
Y esto comprueba el carácter metafísico del inventario".
CAPUT TERTIUM
Sólo por intriga, o tal vez curiosidad, o
mínimamente por misericordia, cedo espacio en esta página, siempre honrada por
autores que la colman generosamente de palabras, a la modesta hazaña de la
brevóloga mórbida, empeñada en economizar lenguaje para expandir significados.
Entiendo que, por su empecinamiento, está a un paso de soledad absoluta, muy
lejos del oído masón de la cofradía literaria: "La gente que anda por el
mundo como cigarro erguido y no comprende el amor por los relámpagos, se niega
a penetrar el silencio y a leer con más cuidado".
CAPUT QUARTUM
Como si no fuera suficiente el propósito de
enfrentarse contra el género dominante, al negarse a escribir todo aquello que
no hace falta sea escrito, a la brevóloga hay que reconocerle también el
bizqueo con el que nos propone mirar lo que el mundo pretende como establecido
y derecho: "El entorno visible detesta los procesos invisibles. El entorno
comprobable rechaza los estados ilusorios. Los destiladores sólo confían en lo
que ven con los ojos y se creen dueños de lo que atan de pies y manos".
CAPUT QUINTUM
A esta suma de obstinaciones agreguemos
también el ejercicio empedernido de la poética del reverso: "Cuentan las
aves dignas de volar que si no levantaran los ojos creerían que ellas son el
punto más alto, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de
los pájaros".
CAPUT SEXTUM
Si una quisiera conseguir para la
brevóloga, algún tipo de perdón, no digamos ya, un reconocimiento, podríamos
focalizar en sus esmeros por hacer alto lo bajo y por reconocer lo puro de lo
impuro: "Con la esperanza encima del corazón, cada mañana, cuando te veo
despertar, doy gracias al cielo por el llamador de ángeles que se balancea
entre tus piernas".
CONCLUSION
Para concluir, digamos que las brevologías
de la mórbida son a la densidad novelesca, como un David desamparado de toda
profecía a un Goliat con manager literario. De ahí que su mérito consista en la
insistencia por transitar la literatura por el costado prohibido, como un
arcángel desmelenado que cuestionara los negocios de su propio Dios: "Yo,
desterrada de todo orden y verdad, siempre caída hacia la noche, cansada del
día, con mi suavidad de lobo, con el trazo precipitado de palabras, declaro que
no he tendido en mi cuerda los calzones divinos de Dios".
Queda claro que la brevóloga sostiene su
absurda causa, apoyada en una lucidez anárquica e hiriente, que prefiere la
orfandad a la sumisión.
*por Miriam
Cairo.
San Nicolás de los Arroyos.
*FUENTE: Contratapa Rosario 12. sábado 17
de abril 2010
VIAJE POR EL ESPACIO*
No sé si a ustedes les ha pasado lo que a mí,
que he salido a buscarme y en medio de la odisea cósmica me he tropezado con
otros asteroides. Y me he puesto a conversar con uno de ellos hasta llegar a
identificarnos uno con el otro, diciendo cuánto nos amamos, que no podemos
vivir sin estar juntos. Pero luego de un tiempo ambos nos convertimos en la
personificación del rechazo. Sentimos que nuestro recorrido se bifurca. Que la
Vía Láctea resulta ya muy pequeña para el ego de dos asteroides. Por tanto, en
algún rincón distante del universo existe ése otro asteroide, que quizás,
dubitativo, estará pensando en hacer lo mismo.
*De Daniel
Montoly. danielmontoly@yahoo.es
Columbus. Ohio
DEJÁ
VU*
Las mismas copas de vino
Dibujan nuestros rostros en el cristal.
La misma melodía
Viene del fondo
Colmando el vacío que deja el silencio.
Las mismas velas
Encubren la tristeza,
Dibujando siluetas en el crepúsculo.
Las mismas promesas,
Los mismos besos,
Las miradas que se cruzan,
Las frases que no se dicen
Y viven a la sombra de la espera...
Todo me suena extrañamente familiar.
¿Hemos vivido este momento?
¿Volveremos a vivirlo?
Sólo quiero saber
Si al final,
De nuevo,
Partirás.
*De Marié
Rojas Tamayo.
La Habana. Cuba
UNA MIRADA*
He observado los bosques para ver
únicamente los árboles de corteza caduca y hojas desnaturalizadas por las
babosas. He visto los hongos comiéndose la oscuridad de la tierra, pájaros
parasitados y animales moribundos en la maleza. He visto tormentas destructivas
en la espesura, y no me es ajena la cicatriz del rayo en los troncos
torturados. No me es ajeno el dolor de los bosques, no comprendo cuando dices
"mira" y sonríes a tal espectáculo de muerte y sufrimiento. No me es
ajeno el espanto de la espesura.
Me muestras los mares, y las olas de sucia
espuma rompen en playas formadas por millones de cadáveres calcáreos. Cómo
mirar el mar, me pregunto, cómo admirarlo. Cómo evitar en él el naufragio, el
llanto de las viudas, la extinción de los roncos mugidos de los cetáceos. No me
son ajenos, te digo, los espantos oceánicos.
Diriges mi vista hacia las humanas
multitudes. Señalas un niño, veo en él presentes y futuras crueldades, veo la
lenta degradación de los órganos, el velo enquistado de los saberes falsos, de
la dureza que hará de él soldado de inquisiciones, verdugo y juez de sus
semejantes.
Alumbras para mí a un par de enamorados. Se
devorarán, te digo, no hay forma alguna de que no acaben tironeando de sus
propios despojos. Acabará la caricia en garra, el beso en colmillo, la ternura
en cuchilla afilada. No me es ajeno, tampoco, el amor. Que ya lo he visto. No
me es ajeno el amor, y no conozco donativo más oneroso.
Meneas la cabeza tristemente. Me dices que
tu paisaje es bello, que hay ternura en tu universo, que las sombras están,
pero debajo de los claros objetos.
Dichosa de ti, dichosos los dichosos.
Cíclope soy. Esto veo.
*De Mónica
Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
San José del Rincón.
TIERRA
DE PENUMBRAS *
Vestidos de penumbras regresan los espejos.
Van, vienen. Punzan. Se alejan. Huyen.
-La vida hay que vivirla. Bien o mal. Como
salga-
Bastaría el hueco de tu mano para no llorar
silencios.
Y ese mapa cansado en tus amadas sienes…
¡Si volvieras a sostener mi fiebre con tu
frente!
Besar tu pulso. Quiero. Latiendo. Quiero.
Había allí una niña… ¿recuerdas?
Tus manos de golondrina levemente tibias.
Todo lo que tengo cabe en este vaso.
Y tu voz…ah, tu voz que oír no puedo.
Agudizo la noche y escucho los hijos
derramados.
Y sin embargo. Volvés. Obstinado. Tenaz.
Sin piedad por nuestras bestias. Tan
amadas.
El viento solo me trae su rumor salado.
Vestidos de penumbras regresan los espejos.
Ay.
*De Amelia
Arellano.
San Luis.
*
Nosotros, que
encontramos la medida sagrada de los cuerpos, descubrimos que una palabra en el
lugar correcto, alcanza una visión tan poderosa, que es capaz de encender una
estrella bajo la cual cantar.
*De Valeria
Pariso.
Muñiz.
Inventren
https://inventren.blogspot.com.ar/
SAN
SEBASTIÁN*
Allá en el fondo Donosti. Allá en el fondo
la Donosti que no debe ser invocada porque una vez que se la invoca aparece, y
cuando aparece ya se sabe, es tirar de la soguita y no hay caso, el hilito de
memoria viene con todo lo que está comprimido y de pronto se despliega y todo
está intacto y vívido. Es Donosti y son los abuelos, y el monte y los caseríos,
y la niñez con árboles de manzana y las cinco hermanas que cuatro se fueron de
monjas y una no, y es el colegio y la monja Imelda puro rencor reconcentrado
pobre vieja que ya habrá muerto. Es la Donosti que vocea como en sueños a esta
estación que se llama San Sebastián, extemporánea y tan ajena en la pampa
sudamericana.
Ya al ver en el recorrido el nombre de la
estación San Sebastián, se le recortó en rojo y se dijo que no, que esta es
otra San Sebastián tan lejos tan inconmensurablemente lejos de la baska Donosti
de edificios delicados y puentes ornamentados. Sabe, ella, que esta San
Sebastián argentina no es ni puede parecerse a la Donosti euskera, y sabe por
haberlo sufrido que los viajes deben ser hacia adelante, porque el que mira
hacia atrás se transforma en sal, en estatua, en lágrima y dolor visceral.
Pero este tren va a hacer parada en San
Sebastián, y el no pensar es difícil y el no sentir es imposible. Detrás de las
ventanillas se suceden los campos llanos y el pasto mientras se superpone una
capa delgada de helechos, de coníferas, de ovejitas blancas con cencerro. Será
una niebla quizás la que nubla la vista y hace aparecer montes redondeados,
casas blancas con tejados rojos, olor a mar allá donde los barcos se enfrentan
con sus hombres al Cantábrico.
Euskadi que ya no es, Euskadi de la niñez
que tan ligada está a la muerte, como eso de que la meta y la largada suelen
converger en las pistas circulares.
Miedo, ahora. Miedo del tren que es como la
luna y las monedas, como la lluvia y la tristeza, imágenes que devienen en
metáforas tan exactas que se confunden. El tren y el viaje hacia la muerte, fin
de viaje, la vida que traqueteando se precipita en la nada final. Y ahora que
el tren llegará a San Sebastián se cierra el círculo sobre la infancia. Miedo.
Miedo a desear que de una vez acaben los trabajos y las agitaciones, se pare el
péndulo y la San Sebastián ésta sea la Donosti aquella. Miedo a querer estar en
la muerte mientras el tren se precipita sobre los rieles negros.
Vuelven los parques y las estatuas, vuelve
la nieve derritiéndose en las botas y vuelven los temporales y las galernas que
devoraban barcos allá donde el mar es océano poderoso. Vuelven aquellos trenes
que, se lo debe decir a sí misma, no son éste tren.
Anochece.
Ya casi llega. Las penumbras permiten que
el paisaje se levante como un libro troquelado, abetos y robles suplantan los
eucaliptus, iglesias de piedra, ríos estrechos con puentes de pretiles gastados
y sombras de peregrinos con sus maquillas, esos báculos de andar por el monte.
Ya ni hace falta mirar por la ventanilla, si todo está más adentro de la
superficie de los ojos, si ya es todo una yuxtaposición de bailes con vestido
blanco y cintas verdes y rojas, el gato Holofernes cayendo de la terraza, los
jacintos en las macetas, y el desgarro del puerto desapareciendo en el
horizonte, tan pequeño, tan pequeño, en la nefasta jornada de la partida.
Ya no hay planos, todo está allí comprimido
y necesario, compacto. Un todo en el que la violencia de la partida, el amor de
los abuelos, el olor a los lápices de madera, la voz de la radio BBC durante la
segunda guerra, las amigas y, también, todo lo malo, son una madeja
indistinguible que le está haciendo estallar el pecho.
No le importa morir aquí, hoy, esta noche.
En este momento se ha alineado la vía hacia Donosti, y con lágrimas advierte
que el tren se detiene.
Baja del vagón sin sentir el suelo bajo los
pies. Sabe que la recibirá el mar y el monte, que la querida silueta del abuelo
la esperará en el andén. Con ojos fijos mira su propia muerte.
El hijo y el nieto la esperan. Desciende la
abuela con un rostro extraño, casi como si no hubiese nadie detrás de esa
máscara rígida para responder a la llamada. La llaman. Al hijo le ha temblado
un poco la voz.
La abuela vacila levemente, advierte al
nieto, ve al hijo ya canoso. Retorna, sonríe, vuelve a entrar en sí. Sale de
Donosti, camina hacia ellos por San Sebastián. Ha de vivir un poco más.
*De Mónica
Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
San José del Rincón
-Próxima
estación:
ESTACIÓN
GOYENECHE.
-Continuidad literaria por el Ferrocarril Provincial:
GOBERNADOR UDAONDO.
LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.
GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO.
APEADERO DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.
APEADERO DALMIRO SAENZ.
APEADERO INGENIERO RODOLFO MORENO.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.
APEADERO LISANDRO OLMOS.
GOBERNADOR GARCIA.
LA PLATA.
InventivaSocial
Plaza virtual de
escritura
-Editor
responsable: Lic. Eduardo Francisco Coiro.
Blog histórico
& archivo: https://inventivasocial.blogspot.com/

Comentarios
Publicar un comentario